El mejor momento para ser.. Catherine Elise Blanchett
TXT Lina Holtzman Warszawski
Cubierta de oro, con la melena suelta, pantalones largos, zapatillas de tacón bajo, totalmente perfumada, blusa muy colorida y el proverbial acento australiano, el cual, de acuerdo con el papel, suprime en la mayoría de sus intervenciones histriónicas mayormente en la pantalla grande, Cate Blanchett llega a la cita para conversar de lo que le compete estos días: el trabajo que la ha encumbrado. Se toma su tiempo para entenderse con la charla y degusta cada frase que articula.
Llena de vida y con una mirada con chispa de coquetería e ingenuidad, expresa: “Estoy viviendo uno de los mejores momentos de mi vida, porque aunque siempre hay incertidumbre de lo que depara el futuro, creo que me siento muy satisfecha conmigo misma. Dejé de pensar en las expectativas, olvidé mis obsesiones, y, con más años, disfruto más estar en el set, saberme de un nombre que puede ayudarme a conseguir inversionistas para puestas en escena de teatro, que es mi gran pasión. En fin, es un momento divino, lleno de gozo sin remordimientos. Lo vivo como me gusta, disfruto la fortuna de poder ser madre, muy dedicada a mi familia, y trabajar, si se le puede llamar así, a algo que me enloquece: la actuación”.
En el Four Seasons Hotel de Nueva York, la ganadora del Oscar, el Globo de Oro, el BAFTA, el Critic’s Choice Award y el SAG Award, externa su ser actual. Podría ir de confiada y esperanzada a feroz y autocrítica. Se dice muy meticulosa y llena de dudas, las cuales disfraza de simpatía y, sobre todo, muy capaz de cruzar los límites.
Vida en familia
“He visto crecer a mis hijos, del mayor a la menor, con la misma candidez, con la misma capacidad de sorpresa. He hecho la mejor mancuerna sentimental con quien se comprometió conmigo [su esposo, el escritor y guionista Andrew Upton, ha sido su pareja desde hace más de 20 años]. Ambos somos muy celosos de nuestra intimidad porque no hay nada mejor que dejar en privado la belleza familiar. Soy una madre que hace los refrigerios de la escuela, que se levanta de madrugada para acompañar a su ‘bebé’ a un juego de tenis, que se desvela esperando a alguien porque lo espera a que regrese de fiesta. Lo ‘madre’ ya lo tengo, y en lo que me concentro es en ser guía, líder, guerrera”.
A meses de cumplir 50 años de edad, reluciente y muy orgullosa de su experiencia, “La Blanchett” asegura que no le importa, en lo más mínimo, un comentario sobre lo bien que luce o sobre cómo ha sobrellevado la edad. “Eso a nadie la importa, vivimos en una sociedad en que los estándares de belleza pesan más que los éticos o los morales. ¿A quién le importa cómo me conservo? Vale más hablar de los valores reales, de dejar de consumir plástico, de no herir animales, de no abandonar niños, de la desesperanza de muchos pueblos en el mundo… los años son míos, y lo mío nadie me lo quita”, afirma.
Oriunda de Melbourne, Australia, y una de las actrices más representativas, icónicas y veneradas de su generación, Cate casi llega a los 70 créditos como actriz en filmes y supera los 50 en puestas en escena. Elizabeth (1998), The Aviator (2004), Carol (2015), The Talented Mr. Ripley (1999), la saga de The Lord of the Rings (2001-2003), Hanna (2011), Coffee and Cigarrettes (2003), Babel (2006) y Charlotte Gray (2001) figuran entre los títulos de largometrajes en los que ha aparecido. Ocean’s Eight (2018) es uno de los más recientes y The House with a Clock in its Walls (2018) es uno de los de estreno más próximo. Actualmente está dando vida sonora a personajes de dos filmes de animación: Mowgli (2019) y How to Train your Dragon: The Hidden World (2019).
“Me genera torrentes de adrenalina descontrolada, el poder darle voz a personajes animados. Quizás debieron llegar con más anticipación para que mis hijos [Dashiell, Roman, Ignatius y Edith, los cuales hoy van de la niñez en su última etapa a la juventud en su inicio] los hubieran disfrutado más pequeños, pero para nada me lamento de hacerlos ahora. Poder crear una personalidad con base en una caricatura y darle vida es un ejercicio muy interesante que quizás no tenía tan desarrollado. Al cuerpo lo entrenas para actuar, pero, cuando se trata de poner voz, sin duda lo haces, pero se siente mucho más vinculado al esqueleto emocional, te genera una curiosidad muy climática sobre el resultado de darle tu voz a alguien que existe en la fantasía de un dibujo animado… vaya, es fenomenal”.
El trabajo de los otros
Entre pregunta y pregunta, en el esplendor del mediodía, en la terminada primavera, Cate Blanchett le da sorbos de té a su taza de porcelana mientras a unos metros de distancia se encuentra su asistente para estar al pendiente de sus necesidades. Pide que su teléfono sea puesto en “modo avión” mientras está en entrevista y se interesa por la nacionalidad del periodista con el que charla. México es un país que le despierta fascinación, exclama. “Sin duda México es el país del momento en la cinematografía. Yo descubrí con Alejandro [González Iñárritu] un trabajo artístico muy profundo y lleno de lecturas, con una sensibilidad muy particular, muy social. Luego me presenta a Guillermo [del Toro], quien me parece un genio muy bien comprendido, con una empatía muy sincera con su público y con la gente que conecta con sus historias. Y está Alfonso [Cuarón], que me provoca muchos viajes sensoriales con sus filmes. Y así, hablamos de talentos en todas las áreas. Hay mexicanos destacando en muchísimas áreas del entretenimiento y creo que viven su momento. Están en el instante de capitalizar su talento, su creatividad y los admiro por eso… son muy fuertes, se hacen notar, adoro México”, acota.
Su impecable dentadura, dibujada al florecer su sonrisa, derrite. Cate se muestra muy transparente al conversar de trabajo, familia y otros pormenores que lejos de discutir, analiza y expone.
“Mi niñez y mi adolescencia no fueron fáciles, pues perdí a mi padre a una edad temprana, pero fue mi madre quien me impulsó a perseguir mis deseos, a no darme por vencida y a través de su ejemplo supe que salir adelante no era solo tener dinero para llevar comida a los hijos, sino dar una guía y posibilidades, nunca limitantes. Creo que lejos de poner límites, lo que hago es establecer reglas, y eso me ha funcionado siempre. Decido caminos y los ando; no siempre es fácil, pero ¿qué es fácil hoy en día?”
Llega el momento en que esta charla, condensada con lo más sobresaliente, debe concluir. Agradece el tiempo concedido, se despide y manda saludos “a quien la conozca”. Resume el momento en “es bueno mirar nuevos horizontes y descubrir a nuevas personas”. Y sí, sí es muy bueno, querida Cate.