Glenn… Closer than ever

TXT Lina Holtzman Warszawski

Desde el momento en que me dicen que habrá una conversación exclusiva con ella para Glow!, me asalta la curiosidad y el deseo “morboso” de preguntarle, un poco movido por el cotilleo natural del que todos somos víctimas en momentos de disfrute y otro tanto por el puro hecho de saber qué piensa al respecto. Poco a poco se acerca el día, entre otras ocupaciones y mucho de las diligencias personales, se me olvida el tema, pero en cuanto tengo enfrente a la actriz y persona monumental, Glenn Close, muy cómoda en un traje sastre oscuro, de zapatillas de tacón muy bajo, perfumada en la dosis correcta y con un gramaje de maquillaje mínimo, chispea la memoria y, ¡zas!, es lo primero que se me viene a la mente: “¿Qué piensa señora, de los memes que hacen sobre su nombre y apellido, y que circulan en las redes sociales?” Sí, esos que dicen “Glenn Close, Glenn Far” o “Glenn Close, Glenn Closer, Glenn Very Close”. Y varios así. Me mira fijamente, suelta una carcajada y me pregunta si tengo uno a la mano. Verlos le causa mucho más gracia y contesta: “me los habían platicado, pero nunca fueron tema de conversación, hasta hoy… ¡qué simpáticos! ¿Quién es el autor, a quién le agradezco la ocurrencia? ¿Cómo es que circulan tanto en las redes?” Me ha devuelto la pregunta. Después de explicarle que de tanto manoseo en la red, los memes se vuelven anónimos y que van y vienen, dice que no es tan experta en el tema, pero que le gusta que se trate de una broma respetuosa. “Detesto a la gente impertinente, la que se burla o se mofa, la que no tiene respeto, la que se siente inquisidora y dueña del mundo y de la verdad. Uso poco el Twitter, pero cuando lo uso, me molesta cuando me insultan. Eso no me parece agradable… creo que el respeto, ante todo, es un derecho que tenemos los seres humanos, y muchas veces a muchas personas, se les olvida. Por lo demás, creo que las redes son una estupenda vía de conexión”.

DICHOSAS ATRACCIONES 

Así fue como rompimos el hielo y nos pusimos a hablar de varios asuntos. Ella muy amena, risueña. Yo, fascinado por su candidez. Con su personaje de Joan Castleman, una esposa sumisa en The Wife (2017), los pronósticos anticipan su séptima nominación al Oscar y con la voz que le da en capítulos intermitentes a Mona Simpson, la madre de Homero en The Simpsons, se mantiene vigente en el radar del público, más por gusto de ella que por necesidad de trabajar, porque, como dice: “odio que me pregunten si hay o no hay trabajo para mí por mi edad, o que cómo le hago para mantenerme así como estoy, odio esa banalidad relacionada con el aspecto y la edad. Paso de eso. Yo digo que me siento firme y que no tengo punto de comparación con alguien más de mi edad. Aprecio el interés, pero como mujer siento que hay muchos temas más interesantes por tratar que cómo nos vemos, qué tal si hablamos de ¿cómo nos sentimos y cómo nos medimos ante la vida respecto al éxito y el aprendizaje?”

De 71 años, celebérrima por sus intervenciones en filmes básicos como Dangerous Liaisons (1998), 101 Dalmatians (1996), Fatal Attraction (1987) y Albert Nobbs (2001), ya no se diga por la teleserie que cautivó a todos, Damages (2007-2012).

Y sí, “aceptamos” la propuesta y nos adentramos en su charla: lozana, suave, amigable. Madre de Annie Starke, quien la personificó en su versión más joven en The Wife y Father Figures (2017), la actriz nacida en Connecticut admite que cuando la joven le dijo que quería seguir sus pasos, no estuvo muy segura de que fuera su mejor decisión, pero que jamás ha tratado de imponerle nada.

“Yo vengo de una familia en la que tuvimos una buena posición económica, pero vi a mi madre deshacerse de sus ilusiones profesionales por dedicarse al hogar y seguir a mi padre. En su época la voz y el voto de la mujer no eran tan escuchados; quizás valían, pero en una sociedad tan establecida y sin tantos avances como ahora, era difícil. Eso me hizo ver, desde una óptica exterior, que era bueno darle libertad a los hijos, a las parejas, a los hermanos. Impulsarlos a encontrar el camino y a tomar decisiones. Todos nos equivocamos, pero en el error está el aprendizaje. Y si acertamos, también aprendemos”, asegura Glenn con convencimiento.

Esta prolija y prominente actriz, de rubia cabellera cuasi blanca y ojos azules, quien asegura que es obsesiva del orden y de la puntualidad, es hija de quien fuera un prestigiado cirujano e investigador, William Taliaferro Close, quien hizo carrera como investigador, activista y profesionista en África, en donde vivió mucho tiempo con Bettine, la mamá de la estrella hollywoodense.

A él, afirma categórica, le debe su pasión por el rigor laboral, por la disciplina y por el compromiso social. Por eso exige total respeto a sus días en el set de filmación o en el escenario teatral, por no mencionar en los ensayos o la lectura de guiones. Y claro, a las actividades en las que ha participado, como ayudar a personas de bajos recursos para obtener fondos educativos, defender los derechos de la mujer, promover la conservación de animales en peligro de extinción, apoyar a la comunidad lgbt y su activismo político en contra del conservadurismo. En pocas palabras es “de armas tomar”.

“Sí, tengo mi carácter y soy una mujer de opiniones muy claras. En todos los sentidos, he podido crecer. He tenido muchos momentos de crisis, pero he sabido salir adelante porque he confiado en mí y he podido tener seguridad de lo que quiero, lo cual, más que felicidad, es paz espiritual. No creo que la felicidad se sienta o sea una meta; esa te la da el momento en que sientes paz: por ver a mi hija desarrollarse, por saber que mi vida con mis exparejas fue mi formación como pareja, por entender que como mujer soy capaz y talentosa, por entenderme franca y conocedora de mis puntos fuertes, estratégicos o débiles. Jamás me he creído la mejor actriz del mundo. Mi profesor de actuación de toda la vida, mi mentor, el que le dio forma a mi alma histriónica, Harold Luskin (también profesor de Kevin Kline y James Gandolfini), me hizo olvidarme de mi ego y me centró como actriz. Con él aprendí todo lo que sé, y también entendí que esta es una profesión en la que constantemente debemos aprender, actualizarnos, no creérnosla y pensar que llegó un tope. No hay límites, un actor debe estar siempre alerta porque los personajes nunca son los mismos y, como ellos, cambiamos”, acota en lo que más que una entrevista, parece una conversación de un curioso periodista con una experta de su profesión.

Y así se nos van de corrido los 20 minutos con anterioridad pactados. Afirma que está muy cómoda con sus logros hasta hoy en día y que la motiva su misión de ser mejor persona día a día. Para esto, acentúa su posición para participar en obras filantrópicas y mantiene conversaciones con amigos productores, directores y demás miembros del gremio, incitándolos a ayudar con las causas con las que se sientan comprometidos. “Es esencial encontrar motivaciones, determinar en cuáles batallas podemos luchar y jamás darnos por vencidos. Es esencial tener una misión, y la mía es ser una mujer comprometida y deseosa de ayudar”.